La Esperanza en una Imagen
[vc_row fullwidth=»true» textcolor=»default» bgtype=»default» parallax=»»][vc_column width=»1/1″][vc_column_text]Cuando veo la Imagen de la Virgen de Guadalupe se me viene a la mente una serie de recuerdos de mi infancia en la ciudad de Chicago. Como olvidar levantarte tan temprano por eso de las cuatro de la mañana y con un frio que solo los que viven en Chicago durante un invierno pueden dar testimonio. El frio pronto se olvida al saber que al llegar a la Iglesia nos esperaba el chocolate caliente, pan dulce y tamales hasta para llevar de “lunch” y compartir en el trabajo.
La parroquia de San Estanislao Kostka estaba de fiesta el 12 de diciembre. Alrededor de unas mil personas estaríamos cantando a galillo suelto, desafinados pero con mucho fervor, las mañanitas a la Virgen de Guadalupe. Todos desfilando orgullosamente hacia el altar con algo típico de México que nos conectara con esa tierra, que muchos como yo, solo conocíamos por las historias de nuestros padres y hermanos mayores. Un torrente de emociones se me venía hasta lo más profundo de mí ser sin saber por qué. Algo maravilloso transmitía toda esta fiesta del barrio llena de colores, sabores, sonrisas y esperanzas.
Esto me hizo reflexionar, ¿por qué la diferencia de la fiesta? ¿Por qué no es lo mismo de un lugar a otro, siendo que es la misma Virgen de Guadalupe?
Tratando de encontrar una respuesta me pregunte ¿Cómo se habrán sentido los pueblos de Mesoamérica? al ver que su forma de ser ya no era la misma. ¿Su forma de vida ya no existía?. Sus hermanos, padres, madres, hijos y amigos estaban muertos. Ya sea por los españoles durante la conquista o años después por las enfermedades desconocidas. No entendían la nueva lengua, comida y lo más sagrado para cualquier persona de fe, tu Dios no existía. Ese mismo Dios al quien tu tenías como salvador llego del mar a matarte. Miles murieron no solo a manos de los conquistadores sino por ellos mismos. De acuerdo con varios historiadores muchos se suicidaban por falta de esperanza porque no tenían razón de vivir.
Hasta que una mañana del 12 de Diciembre se aparece María de Guadalupe a Juan Diego y le dice “Que no estoy yo aquí, que soy tu madre?” en mi casita “allí les escuchare su llanto, su tristeza, para remediar, para curar todas sus penas, sus miserias sus dolores” Apareció a dar esperanza, cubierta en vestiduras de princesa nativa y como madre del verdadero Dios, Jesucristo.
Al igual que los aztecas, los inmigrantes también han perdido a sus hermanos, padres, amigos. Su forma de cómo vivir su fe ya no lo es. Ahora les rezan en un idioma que no entienden y no sienten. Sus comidas se quedaron lejos al igual que su forma de ser. Pero hay un día en el cual todo eso se olvida y el corazón se llena gozo porque la misma promesa de hace 500 años se vuelve a encarnar en lo más profundo de nuestro ser. Volvemos a escuchar la dulce voz de la madre de Dios donde nos dice “Que nos estoy yo aquí, que soy tu madre?”. Y así llenos de esperanza y esperando la venida de nuestro Salvador le llevamos las mañanitas en todos los rincones de Estados Unidos a la madre del Dios verdadero. Por eso yo creo que en Chicago por estar tan lejos de México las festividades a la Virgen son un signo de esperanza y de fe.
2015 © Martín Lopez. Todos Derechos Reservados.
Featured image by Sacred Heart Cathedral Knoxville.
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