Los cinco carbones espirituales
[vc_row fullwidth=”true”][vc_column][vc_column_text]Son tantos los testimonios y anécdotas que he escuchado de la gente en mi caminar espiritual que me dicen, “participe en un retiro y ahora ya no soy católico dormido, ahora quiero ayudar” o “pasamos por un momento de crisis en nuestra familia y me hizo acercarme más a Dios”, o “siento hambre espiritual, la vida misma no me satisface y hay un vacio y siento que Dios me llama algo”. Como les digo, son tantas historias que tienen rostros, gente que ha sido tocada por el mismo Jesus de Nazaret, lo han sentido y para algunos han tenido una sanación interior y han decidido hacer cambios en su vida. El proceso de evangelización requiere que los discípulos misioneros actúen como los amigos del novio, en pocas palabras, presentarles a Jesus de Nazaret quien es el novio para que conozca a la novia que es la Iglesia, y nosotros somos la Iglesia. Déjenme explicar cómo entender este concepto de “amigos del novio”
En el evangelio de Juan 1,23 se dice “Yo soy una voz que clama en el desierto” aludiendo a Juan el Bautista que solamente es una voz, no es la Palabra, la Palabra es Jesus de Nazaret. Los discípulos misioneros necesitan ser voces en los desiertos espirituales del hombre. Pero recordemos que no es la voz que convierte corazones y cambia el mundo, sino la Palabra que es viva y fuerte y es la propia vida en Jesus de Nazaret. La voz llega al oído pero la Palabra penetra y sacude con fuerza los corazones de los hombres.
Es por eso que cuando se trabaja y se misiona en las cosas de la Iglesia, uno tiene que aprender a ser voz, no la Palabra. Otra cualidad de Juan el Bautista es que el mismo reconoce
“Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de El. El que tiene a la novia es el novio, pero el amigo del novio, el que asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del novio. Esta es pues, mi alegría, que ha alcanzado su plenitud. Es preciso que el crezca y que yo disminuya….” (Jn 3, 25-30).
En el proceso de la evangelización se necesita ser creyente y atrayente pero reconociendo que no somos la meta ni la salvación, es hacerse a un lado y dejar que el Espíritu Santo entre en contacto con la novia para que conozca al novio. Qué triste y lamentable es ver personas en esto que tratan de domar el Espíritu Santo, que se sienten poseedores del Espíritu, que creen que si no están ellos las cosas no funcionan. No nos engañemos, nosotros no somos el Mesías, el ya vino y nos ha salvado, nuestro trabajo es comunicar y dar a conocer a Jesus de Nazaret a nuestros hermanos. Que Jesus de Nazaret ha muerto por nuestros pecados, nos ha salvado y sobre todo que nos ama. La gente necesita escuchar esto una y otra vez. Lamentablemente, hay personas mendigando amor, están vacíos, tienen hambre y “Para mí no es motivo de orgullo anunciar el evangelio, porque lo considero una obligación ineludible. ¡Y ay de mí si no lo anuncio!” (1 Cor 9,16) Evangelizar significa poner el corazón del hombre en el corazón de Dios, dejar que Dios moldee el corazón a su Imagen y Semejanza. Pero en ese moldear requiere crecimiento, demanda formación, solicita catequesis, y una sobredosis de misericordia y compasión.
De hecho, tenemos insuficiencia doctrinal. Es necesario conocer la Verdad. Pero aparte de conocerla hay que amarla, servirla, darla a conocer a los demás. En el libro del Eclesiástico 4, 33 “lucha por la Verdad hasta la muerte y el Señor Dios combatirá por ti”.
Durante el Concilio Vaticano II y mas propio en la Exhortación apostólica del Papa Beato Pablo VI la Evangeli Nuntiandi (cf. AG2; EN 14), indica que “la Iglesia existe para evangelizar” y que la identidad misma del pueblo de Dios es esencialmente acción y que su ser vale en la medida que hace que los hombres se encuentren con Jesús y se salven.
Por lo tanto, si has tenido un encuentro personal con Jesus de Nazaret al quien nos gloriamos en profesar y creemos, alabado sea el Señor. Tu vida ha tenido un cambio, sino lo has tenido, en silencio pide al Espiritu Santo que venga a tu ayuda. Pidele que te presente a Jesus de Nazaret, que te enseñe la vía de la verdad, el camino del amor no del odio y la división, que te ayude a discernir y a reconocer la presencia de Dios en tu vida. Si puedes participar y acercarte a una parroquia, hazlo, si necesitas confesarte hazlo…no te demores, si te hacen la invitación a que participes en un retiro, intenta y ve.
Cuando la llama del corazón se enciende por el fuego del Espíritu Santo hay que cuidarlo para que no se extinga, pero también hay que echar carbón para mantener esa llama. Y ¿Cuáles son los carbones espirituales que necesitamos? Aquí te presento solamente cinco carbones espirituales esenciales:
- Un carbón que se necesita en este caminar del discipulado es la oración, que tu oración no solo sea rezos, sino que se convierta en un dialogo de amor y amistad con el novio. Esto fomenta la relación, la confianza y sobre todo ayuda a reconocer la presencia de Dios.
- Un segundo carbón que se necesita en este caminar es la recepción de los sacramentos. Acercarte a los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación. No se puede andar por la vida queriendo seguir a Cristo sin comulgar…Si hay algo que te detiene, haz un examen de conciencia, evalúa tu vida, tus acciones y frecuenta el sacramento de la Reconciliación para que puedas estar libre y limpio para recibir la Sagrada Comunión.
- Un tercer carbón que se necesita en este caminar es la formación permanente. La vida cristiana es un camino orientado hacia la hacia la plenitud de la madurez en Cristo (cf. Ef 4, 13). Es decir, tomar cursos, seminarios, clases, retiros, talleres, congresos, conferencias, entrenamientos y para saber cuáles son los apropiados acércate a una Iglesia Católica que nosotros llamamos ‘parroquia’ y pregunta al sacerdote ¡Cuales te recomienda!
En el plan pastoral de Estados Unidos para la formación en la fe del adulto Sentíamos Arder Nuestro Corazón se define la esencia y la importancia de la formación de fe en el adulto:
“…el crecimiento en la fe de adultos debe servir de marco de referencia para la catequesis de otros grupos y edades. Debe ser ‘el principio organizador, que da coherencia a los distintos procesos de catequesis que ofrece una Iglesia particular.’…Por lo tanto, toda catequesis se orienta hacia una profundización continua de la fe en Cristo. Y entonces se ve cuan necesario es que la catequesis para adultos sea de la mas alta calidad y vitalidad.” (no. 41)
Uno de los mayores retos que existen en los laicos es la falta de formación. Y no me refiero a un taller de un dia, que puede ayudar, al contrario el discípulo misionero tiene la necesidad y el deber de formarse de una manera organizada, coherente y sistemática. En pocas palabras, la formación es permanente, no termina. No se trata solo de ir a retiros o charlas donde se siente bonito o simplemente se alaba al Señor, se necesitan manos que pongan en práctica lo aprendido. Recordemos las palabras de los dos hombre de blanco que se le presentaron a los apóstoles justo después de que el Señor Jesucristo ascendió a los cielos
“Ellos seguían mirando fijamente al cielo mientras se alejaba. Pero de repente vieron a su lado a dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: Amigos galileos, ¿qué hacen ahí mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado volverá de la misma manera que ustedes lo han visto ir al cielo” (Hch 1,10).
He conocido a tantas personas de buen corazón que entraron con su llama bien encendida al servicio de la Iglesia pero al pasar de los tiempos la acumulación de los golpes de la vida y las frustraciones que se viven en las parroquias estas personas llegaron a enfriarse, se volvieron amargados, ¡se olvidaron del primer amor! Hacen las cosas por rutina pero las energías o la motivación ya no están ahí como desde el principio. Ojala y que usted no sea una de estas personas, y si esta, reconsidere lo que le sucedió a Saulo de Tarso en camino a Damasco
“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Preguntó él: ¿Quién eres tú, Señor? Y él respondió: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Ahora levántate y entra en la ciudad. Allí se te dirá lo que tienes que hacer.” (Hch 9,4b-6)
Una vez más, Dios te pedirá que te levantes, siempre en marcha, siempre en camino, el discípulo misionero no puede flojear o estancarse espiritualmente. San Juan Pablo II escribió “que, para la catequesis, «la repetición rutinaria, que se opone a todo cambio, por una parte, y la improvisación irreflexiva que afronta con ligereza los problemas, por la otra, son igualmente peligrosas» La repetición rutinaria lleva al estancamiento, al letargo y, en definitiva, a la parálisis.” (Catechesi Tradendae, no. 17)
- El cuarto carbón que recomiendo para mantener la llama encendida es la lectura diaria de la Biblia, la Lectio Divina es una poderosísima herramienta espiritual que lo lleva a uno a dimensiones que solo el Espíritu Santo puede. El discípulo misionero necesita nutrirse del testimonio escrito que conduce a la Palabra de Dios.
- El quinto carbón es practicar y vivir las Obras de Misericordia
OBRAS CORPORALES DE MISERICORDIA
- Dar de comer al hambriento
- Dar de beber al sediento
- Dar posada al necesitado
- Vestir al desnudo
- Visitar al enfermo
- Socorrer a los presos
- Enterrar a los muertos
OBRAS ESPIRITUALES DE MISERICORDIA
- Enseñar al que no sabe
- Dar buen consejo al que lo necesita
- Corregir al que está en error
- Perdonar las injurias
- Consolar al triste
- Sufrir con paciencia los defectos de los demás
- Rogar a Dios por vivos y difuntos.
Y quisiera terminar con las palabras del Arzobispo Jose Octavio Ruiz Arenas quien es el Secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.
“El que permanece con Jesús, como él permanece en nosotros, se nutre continuamente de un amor que le permite mantener la frescura, es decir, la capacidad de estar siempre limpio (Jn 15,1-2). No basta con introducir a los hombres a la fe mediante el anuncio del kerygma y la catequesis per-sacramental. Es necesario garantizar un proceso mistagógico permanente o, como lo expresaban los Lineamenta, es preciso “dilatar el concepto de catequesis” de modo que la transmisión de la fe no se asocie a momentos ocasionales de la vida sino a la entera vida cristiana. En otras palabras, no basta plantar. Es necesario también regar. Aprender la doctrina, el arte del diálogo y el ejercicio de la caridad”[i]
[i] https://jornadescastelldaura.wordpress.com/2013/01/22/mons-octavio-ruiz-arenas-la-importancia-de-formacion-permanente-para-los-nuevos-evangelizadores/
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