Silencio para Conocer al Señor

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Hace tres semanas, junto a dos colegas, estuve en St. Louis en la Conferencia de Espiritualidad Ignaciana titulada: El Silencio en el Corazón de la Misión. Presentamos nuestro programa de formación con la comunidad hispana, haciéndonos la pregunta: ¿de qué manera invitamos a valorar el silencio como parte crucial de la experiencia ignaciana?

Necesario en cada retiro serio, el silencio es una característica necesaria pero no exclusiva de los ejercicios ignacianos. El silencio externo ayuda,  pero  es  vital  sobre  todo  el  silencio  interior,  que predispone  a  la  escucha  de  la  Palabra.  Es  válido  para  las experiencias de oración propuestas en el libro de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.

El silencio es clave para acercarse a Dios. Como dice la Madre Teresa:

en silencio Dios nos escucha, en silencio Dios habla a nuestras almas, en silencio se nos da el privilegio de escuchar su voz (…) silencio de nuestros ojos, silencio de nuestros oídos, silencio de nuestras mentes. En el silencio del corazón, Dios nos hablará.

Acercarse a Dios es crecer espiritualmente, alimentar nuestra vida espiritual y desarrollar un corazón compasivo como el de Jesús. Una de las gracias más importantes de la Segunda Semana de los Ejercicios, conocer a Jesucristo para más amarlo y seguirlo (EE 104), se consigue cuando uno hace silencio, escucha la Palabra, y deja que el Señor actúe en uno. En mi sencilla vida espiritual siempre me encuentro pidiendo “parecerme al Señor”, tener sus mismos sentimientos y ser reflejo de su presencia amorosa en mi trabajo, pero fundamentalmente en mi casa, con mi esposa y mis dos hijas. Y he aprendido que esa gracia se recibe… en silencio.

Leyendo la biografía del Papa Francisco, escrita por Elisabetta Piqué y publicada por Loyola Press (Francisco: Vida y Revolución), llama la atención cómo se subraya el carácter ignaciano del Papa, sobre todo, su tremenda afición al silencio. De hecho, como todos recordaremos, al momento de ser presentado, Francisco invita a hacer silencio y rezar por él.

Dice Piqué:

El Pontífice recurrirá al silencio –instrumento esencial de los ejercicios espirituales jesuitas—muchas veces a lo largo de sus primeros meses de pontificado. Lo usa por primera vez la histórica noche del 13 de marzo, luego de su elección, cuando, desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, pide a la multitud que lo bendiga, en silencio. Volverá a pedir silencio un soleado primer domingo de junio durante un Angelus en el que invita a las 100.000 personas presentes a rezar por los caídos en todas las guerras, sus familiares y herido. Y en la histórica vigilia de ayuno y oración por la paz en Siria del sábado 7 de septiembre. Todas las veces, el silencio es imponente, escalofriante, necesario, vivo. (p.173)

En nuestra vida diaria podemos darle espacio al silencio. Quizás no debemos encender la radio para oir las noticias en la cocina o en el carro. O tal vez podemos dejar nuestro teléfono en casa y salir a caminar por el barrio o un parque. Si almuerza solo o sola en su casa, puede no encender el televisor. Déjese abrazar por el silencio, porque quizá el Señor Jesús está esperando pacientemente.

El 31 de julio celebramos la Fiesta de San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas e inspirador de hombres y mujeres que buscan al Señor para amarlo y seguirlo. Damos gracias por el modo en que se acercó a Dios y su ejemplo e intercesión que nos sigue animando en nuestro caminar. Renovemos nuestro deseo de conocer a Jesús en el silencio, para así en todo amar y servir.

2015 © Carlos Aedo.  Todos Derechos Reservados


 

 

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Carlos Aedo

Carlos vive en Connecticut y es Director del Ministerio Hispano de la Colaborativa Jesuita, una organización auspiciada por las provincias jesuitas de la Costa Este, cuya misión es promover los Ejercicios Espirituales y ayudar a las personas a acercarse más a Dios. Puede aprender más sobre este ministerio visitando www.jesuit-collaborative.org/es

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